¿Por qué nos cuestan más los desafíos?

En diferentes momentos de nuestra vida nos ponemos metas que son importantes para nosotros (Ej.: comprar una casa, hacer un viaje, desarrollar un negocio, obtener un excelente desempeño en un deporte, terminar una carrera etc.).  

También sabemos que el alcanzar esas metas nos obliga de reformular alguno de nuestros paradigmas o sistemas de creencias (Ej.: Comprar una casa lleva años, el éxito cuesta, no me lo merezco etc.).  

Para llevar a cabo ese proceso, nuestra menta “atraviesa” diferentes estados.  Si bien estos estados son inevitables, deberían ser un fluir natural. Somos nosotros los que muchas veces quedamos trabados en alguno de ellos.  Mas allá de las acciones que le mostremos al mundo, el trabarnos en un o de los estados repercute en nuestro propio “Estado Interno” (Como me siento frente al desafío).

Estos estados son:

  • Razonabilidad:  Creamos “Nuestra Razonabilidad” de cómo deberían ser las cosas, las personas, el mundo.  A medida que avanzamos en la vida, en función de nuestra madurez mental y emocional, vamos tomando, consciente o inconscientemente, decisiones sobre nosotros mismos, sobre como son las personas, sobre como es el mundo que me rodea.  Imaginate que estuviésemos adentro de una caja, las paredes de la caja representan nuestro sistema de creencias, en otras palabras, hasta donde “Creemos” que podemos llegar, alcanzar o merecer. La razonabilidad varia con cada ser humano, dado que fue construidas a raíz de sus experiencias y de cómo respondieron ante ellas.
  • Confusión:  Es el estado en el que entra la mente cuando ocurre un imprevisto.  Es decir cuando estamos frente a un desafío cuyo logro se encuentra fuera de nuestra “caja de creencias”; dado que no tenemos “evidencia” en nuestro pasado de haber alcanzado una meta de ese estilo y tampoco tenemos anclada una “emocionalidad de éxito” asociada a este tipo de meta.  Con lo cual no sabemos “a donde” ir a buscar recursos internos (la seguridad, la convicción, la creatividad) para alcanzarla y nos quedamos trabados analizando las mejores acciones a tomar. El momento que dura este estado depende de cuanto tarde en soltar lo que creo razonable (que puedo o merezco).  Preguntas que te ayudarán a salir de este estado:
    • ¿Cuándo decidí que no puedo? ¿En función a que evento? ¿Por qué le doy a ese evento el poder de condicionar mi futuro? ¿Qué evidencia tendría alcanzando esta meta?
    • ¿De donde obtuve la creencia de que el dinero y el éxito llevan tiempo? ¿por qué le di tanto poder? ¿Hubo alguien a quien no le costo alcanzar el éxito ? ¿Qué recursos tenemos en común? ¿Qué necesitaría desarrollar?
    • ¿Cuando decidí que no lo merezco? ¿Qué evento lo determino? ¿Qué persona? ¿necesito seguir dándoles poder sobre mi?
  • Miedo:  Es el estado en el que entra la mente cuando sale de la confusión.  Es decir una vez que caigo en la cuenta de cómo están las cosas. Sentimos miedo a lo desconocido, a lo nuevos, miedo a fracasar, a ser rechazados etc.  Nos construimos una imagen drástica del resultado o nos anclamos a emociones disfuncionales del pasado (momentos de rechazo, de fracaso, de soledad, de confusión etc.).  Es importante tener en cuenta:
  • El miedo no es real, es solo una construcción mental que repetimos en nuestra cabeza millones de veces.
  • Declarar la meta en positivo (lo que si queremos, en vez de lo que no) y hacerse una imagen mental nítida y clara de la meta lograda ayudara a la hora de enfrentar el miedo.
  • Shock / Pena:  Vivencio la carga emocional negativa asociada a todo lo descripto en el punto anterior.  El problema es que a veces nos acostumbramos a sentir emociones disfuncionales en forma recurrente, ej.: Enojo, Angustia, Frustración, Inseguridad.  Preguntas que me puedo hacer soltarlas:
  • ¿En que situaciones elijo sentirme así?
  • Si obtuviese algo “positivo” a través de este comportamiento…¿Qué sería? ¿En que me beneficia? 

Ejemplo:  En ocasiones, usamos el enojo para controlar a otros, o la angustia como una forma de obtener amor de otras personas o autocompasión, la frustración o la confusión como excusas etc.

  • ¿Que resultados / consecuencias “negativas” obtengo a raíz de elegir esta conducta? 

Ejemplo:  Elegir seguido el enojo destruye relaciones, la angustia me aleja de ser feliz, de disfrutar etc.

  • ¿De que otra forma podría obtener lo mismo que obtengo con este comportamiento (control, amor, atención) que me eviten los resultados negativos que obtengo.
  • Miedo a que empeore:  Pensar en todas la cosas que podrían pasar.  Eso lo hace nuestra mente para mostrarnos que donde estamos no es tan malo.  Además nos preparamos para lo que pueda venir, así no me toma por sorpresa de nuevo.  La declaración de una meta clara ayuda a pasar este estado:
  • ¿Qué quiero?
  • ¿Cuándo lo quiero?
  • ¿Como quiero que sea el camino hasta alcanzarlo?
  • ¿Con que recursos cuento (económicos, humanos, internos)
  • ¿Qué recurso necesito? ¿Dónde puedo conseguirlos? ¿Cómo se requiere que sea (que me comporte) para conseguirlos?
  • Esperanza de que mejore:  Espero y deseo que alguna situación cambie, o que todo se resuelva mágicamente o que sea otra persona la que tome acción.  Preguntas que te ayudaran a salir:
  • ¿Qué estoy esperando que pase? 
  • ¿Frente a que situación / persona me siento inferior o débil? ¿por qué?
  • ¿Qué requiero para atravesar esto? (formas de ser…)
  • ¿recuerdo alguna otra área de mi vida en la cual esta forma de ser estuvo disponible?
  • ¿Cuál?  ¿en que momento?
  • ¿Cómo se sentía?
  • ¿podría usar esa sensación al momento de tomar acción en la meta actual?

Toma de Acción:  La acción es lo único que nos garantiza un aprendizaje real y sustentable.  Aprendemos haciendo y una vez tomada la acción podemos analizar que corregir para volver a tomar acción sin detenernos.